Frente al aumento de casos del síndrome conocido como “boca, mano, pie” en la región, el Servicio de Salud Atacama hizo un llamado a la comunidad a reforzar medidas de prevención y autocuidado, especialmente en niños y niñas menores de 5 años, quienes representan el grupo más afectado por esta enfermedad viral.
La patología es causada principalmente por el virus Coxsackie y se caracteriza por la aparición de lesiones en boca, manos, planta de los pies y glúteos. Aunque afecta mayormente a menores en edad preescolar, también puede presentarse en personas mayores e incluso en adultos, aunque con síntomas más leves.
La enfermera Francisca Bichara, del Departamento de Gestión Hospitalaria del Servicio de Salud, explicó que la transmisión es altamente contagiosa:
“Se propaga fácilmente por contacto directo con las lesiones, gotitas al hablar, toser o estornudar, al tocar superficies contaminadas como juguetes o manillas de puertas y luego llevarse las manos a la cara. También puede transmitirse al tener contacto con heces infectadas, como ocurre al cambiar pañales sin un adecuado lavado de manos”, precisó.
Entre los principales síntomas destacan fiebre, dolor de garganta, pérdida del apetito, malestar general y la aparición de pequeñas manchas rojas en boca, mejillas, palmas, pies y glúteos. La enfermera Marjorie Fuentes, del Departamento de Atención Primaria, agregó que la duración promedio de la enfermedad es de 7 a 10 días, aunque durante la fase aguda puede presentarse un sarpullido que luego deriva en un proceso de descamación inofensiva que se extiende por hasta dos semanas.
Respecto al tratamiento, este se centra en aliviar los síntomas: hidratarse, controlar la fiebre y evitar el contacto con personas sanas. El diagnóstico lo realiza un médico de manera clínica y, en algunos casos, se puede confirmar a través de exámenes de laboratorio en muestras de heces.
Finalmente, el Servicio de Salud Atacama reforzó las medidas de prevención:
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Lavado frecuente de manos con agua y jabón, especialmente después de ir al baño, cambiar pañales o antes de preparar alimentos.
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Limpieza y desinfección de superficies y objetos de uso común como juguetes y utensilios.
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Evitar que niños con lesiones en la boca asistan al jardín o colegio.
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Practicar higiene respiratoria: cubrirse al toser o estornudar con un pañuelo desechable o el antebrazo.
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No compartir cubiertos, vasos, maquillaje ni objetos personales.
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Revisar diariamente a los niños y niñas para identificar posibles síntomas.
“Los lactantes y preescolares son los más expuestos a este contagio, por lo que es fundamental reforzar la educación en higiene y el cuidado en los espacios comunitarios”, subrayó la enfermera Francisca Bichara.