Las antiguas civilizaciones son constantemente estudiadas por equipos científicos y es que, pese a los escasos avances tecnológicos de la época, estas lograron desarrollar diversas formas de organización social y política.
El Imperio Inca es digno de admiración en el mundo entero por su forma de organización, así como también por su visión astronómica y construcción. Sin embargo, en la medicina tampoco se quedaron atrás.
Especialistas corroboraron que los Incas lograron realizar complejas cirugías, todo esto gracias a un cráneo con un agujero perfecto, confirmando la neurocirugía antigua.
El asombroso descubrimiento fue gracias a Ephraim George Squier, arqueólogo estadounidense, quien en 1864 viajó a Perú para investigar los vestigios del Imperio Inca.
Tras su periplo por tierras incaicas, escribió el libro “Perú: exploración e incidentes de viaje en la tierra de los incas”. En él, describe en detalle los diversos sitios arqueológicos que visitó, historias y el hallazgo del cráneo que cambiaría la perspectiva hacía la medicina antigua.
Incredulidad científica
En su estadía en Perú, Squier visitó el museo de la “Señora Zenteno”, lugar donde María Ana Centeno de Romainville, coleccionaba diversas antigüedades precolombinas de piedra, cerámica o metales preciosos, así como obras misteriosas romanas y japonesas.
Sin embargo, a Squier le llamó la atención un objeto en particular, un cráneo con un agujero de 15x17 milímetros.
Los cortes rectos y las señales de crecimiento de hueso nuevo lo dejaron impactado, puesto que lo hacía dilucidar que la persona no solo había estado viva durante el corte, sino que había sobrevivido.
En su regreso a Estados Unidos, el arqueólogo presentó el cráneo en una reunión de la Academia de Medicina de Nueva York. Sin embargo, los asistentes se prestaron incrédulos ante el hallazgo y negaron tajantemente la posibilidad que la persona haya sobrevivido.
Ante la negativa, Squier viajó hasta Francia para la examinación de Paul Broca, profesor de patología externa y de cirugía clínica en la Universidad de París y fundador de la primera sociedad antropológica.
Broca confirmó lo expuesto por Squier, por lo que informaron las conclusiones a la Sociedad Antropológica de París, pero nuevamente fue rechazada su teoría.
Sin embargo, tras el descubrimiento en el centro de Francia de cráneos con agujeros redondeados, cicatrices en el borde y discos de hueso del mismo tamaño, confirmaron la posibilidad de la neurocirugía antigua.
No era el único cráneo
Esto abrió los ojos de la ciencia, la cual comenzó a examinar exhaustivamente los cráneos, lo que conllevó a comprender que aquellos agujeros no eran resultado de heridas de guerra o accidentes.
De esta forma, se comprendió que las antiguas civilizaciones habían logrado avanzar medicinalmente, realizando diferentes tipos de cirugías con las herramientas disponibles, como piedras afiladas, huesos de animales, dientes de tiburones.
Esto abrió el paso para que comenzaran a investigar y creer que las antiguas civilizaciones eran capaces de eso.